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jueves, 23 de febrero de 2012

Malvinas

Nuestra presidente quiere diálogo, no quiere guerra, pero las acciones de las personas pueden producir efectos que no estaban en sus intenciones si no se intenta (o no se quiere) usar la imaginación y prever esos efectos con inteligencia.

Descartada la posibilidad de que nuestro gobierno desee ir a la guerra, los ciudadanos (más aun la presidente) tenemos que pensar si nuestra idea del "justo reclamo por la soberanía de las islas malvinas" nos puede salvar de la guerra o de cualquier conflicto con Gran Bretaña que pueda traernos algún mal. Por supuesto que si el reclamo es "justo" significa que ya hemos puesto sobre la balanza las consecuencias de las medidas a tomar, en este caso, el diálogo, si es que puede producir algo sobre los argentinos y sobre los kelpers nos llevará a una situación más justa. Habrá justicia si los kelpers aceptan un gobierno argentino o "vuelven" (las comillas son por los nacidos en malvinas por si alguno todavía no lo entendió) a Gran Bretaña.

Sin embargo independientemente de que los argentinos creamos que el reclamo sobre las Malvinas es justo, existe la remota posibilidad de que a los kelpers y a Gran Bretaña les resulte exactamente al revés. Llegado a este punto cabe preguntarse si existe la posibilidad de un diálogo sincero en el que ambas partes puedan llegar a un acuerdo. Si creemos que existe esta posibilidad vamos a echar mano de todos los argumentos que nos hayan enseñado en la primaria y en la secundaria sobre las malvinas (también es lícito recurrir a nuestra capacidad de formular juicios de valor) y sino vamos a abandonar la cuestión porque ya dijimos que a la guerra no ibamos a ir.

Entonces: ¿Existe la posibilidad de un diálogo sincero en el que ambas partes puedan llegar a un acuerdo?¿Qué significa sincero?

En un diálogo por la soberanía de un territorio las partes intervinientes pueden recurrir a dos herramientas distintas para salirse con la suya, a saber, la extorsión y la negociación. Como la extorsión nos pude llevar fácilmente por el camino del conflicto suponemos que nuestra presidente la ha abandonado y pasamos a comentar el problema de la negociación. Vamos a distinguir dos tipos de negociación; una de ellas es la negociación en términos de intereses y la otra en términos de razones. Aunque esta distinción parezca arbitraria el lector notará que haciendo esta distinción puede cambiar radicalmente nuestra posición sobre las Malvinas frente a Gran Bretaña y el mundo en general. No es lo mismo decir que "tenemos intereses sobre las islas" que decir "es justo que las malvinas sean argentinas". Y aqui es donde cobra verdadera importancia la idea de diálogo sincero.


Suponemos que aquél que defiende la causa Malvinas es un convencido de que, además de que nos conviene poseer esas tierras, nos "corresponde" por lo tanto es, en un sentido, sincero con respecto a su reclamo. Enfrentado a un kelper cree que puede defender honestamente nuestro derecho a poseer las Malvinas, es decir, encontrar algo asi como un argumento impersonal, que independientemente de lo que crea el kelper, este terminará la discusión dándose la mano con el argentino y aceptando un gobierno celeste y blanco o "volviéndose" a Gran Bretaña.

Mi intención con este texto es demostrar que no existe, ni puede existir un "derecho" que sirva como argumento último para justificar gobernar a una población que no desea someterse a un poder que considera extranjero y que por lo tanto los esfuerzos empeñados en este sentido son inútiles. Independientemente de que existan argumentos "históricos", "políticos", "culturales", "geopolíticos", etc, porque ninguno de ellos puede constituir lo que el nacionalista sincero pretende, es decir, un argumento impersonal capaz de convencer al kelper de que se equivoca. Lo que aqui se cuestiona no es la capacidad del kelper de entender un argumento, sino la fuerza misma de verdad que posee el argumento argentino. Obviamente por esta vía de argumentación tendríamos que analizar detalladamente el concepto de derecho y sus consecuencias, pero para no extenderme demasiado simplemente quiero señalar algunas características de este concepto y las consecuencias prácticas para el caso de la soberanía de un territorio analizando cada uno de los fundamentos sobre los que se sostiene nuestro derecho a las Malvinas. Por lo tanto, espero que cualquier defensor de la causa Malvinas si es que lee este texto se enfrente a cualquiera o a ambas de las siguientes situaciones.

1) Se de cuenta que toda discusión con la que se pretende convencer a un adversario requiere concebir la existencia de un argumento independiente de los intereses de cada uno, de lo contrario la solución será la aplicación de la fuerza, y eso es lo que (suponemos) el nacionalista sincero no pretende.

2) Despojado el nacionalista de los fundamentos sobre el derecho que no puedan hacerse extensivos a la humanidad, se verá ante la disyuntiva de aceptar que el nacionalismo es por definición contradictorio con su deseo (nuevamente suponemos) de "bien común" o seguir siendo un nacionalista a pesar de que no tenga argumentos para serlo, con lo cuál, más temprano que tarde terminará por apoyar alguna guerra irracional y su deseo de "convencer" no será, en el fondo, nada distinto a su deseo de "dominar". En su defecto, admitirá ser un auténtico nacionalista y reconocerá que no le interesa más que el bien de su "nación" y estaremos contentos de haber logrado desenmascarar la maldad intrínseca de las doctrinas nacionalistas.


Los siguientes argumentos se analizarán en función de la concepción de diálogo y derecho que intenté dejar en claro en la situación 1) y 2). Para ser más precisos, el concepto de derecho que aqui se defiende, es aquella acción que estamos dispuestos a no realizar sobre otro, incluso cuando eso afecte nuestros intereses, de lo contrario no es un derecho sino una concesión.

El argumento histórico:

Este argumento es el más usado y el más ridículo porque reduce la discusión a un juego de niños. ¿Quién llegó primero? plantean los defensores del derecho histórico a la posesión de Malvinas. ¿Pero que derecho da sobre la tierra el haber llegado primero? ¿Si un español reclamase el territorio correspondiente al virreinato del río de la plata estaríamos dispuestos a devolverselo dado que ellos llegaron primero? Probablemente no, porque, diríamos "luchamos por la independencia y la conseguimos" por lo tanto no es el haber llegado primero lo que da el derecho sino el haberse impuesto por la fuerza, con lo cual anulamos la validez del argumento histórico. Además no hay derecho a hacerle sentir al kelper hijo de ocupantes la "culpa del hombre blanco" que siente el joven de clase media urbana cuando ve a un indígena del norte argentino.



El argumento político:

Bajo la denominación de "político" se engloban toda una serie de argumentos vagos que necesitan una palabra más vaga aún que los caracterice. Si por política se entiende el arte de imponer nuestros intereses en el plano internacional ya estamos hablando aqui del tipo nacionalista que ya se ha enfrentado a la situación 1) y 2) y no le interesa seguir sosteniendo un diálogo sincero.



El argumento cultural:

El argumento "cultural" es el argumento nacionalista por excelencia. Existe una vasta tradición literaria en todos los pueblos del mundo en la que se define una especie de entidad mística llamada pueblo o nación y que no es más que la definición arbitraria en la que cae una persona por tener cierto tipo de costumbres o habitar cierto territorio. Lo paradójico de este tipo de nacionalismo es que siempre se ha utilizado para justificar el afán expancionista de dictadores megalómanos que recurren al argumento histórico para "restaurar" el territorio perdido (podríamos llamarle también "espacio vital") que constituía la escencia misma de la nación o pueblo en algún tiempo pretérito.


El argumento geográfico:

El argumento de la continuidad de la plataforma continental es otro de los argumentos infantiles y no es más que un corolario del argumento histórico. Los dominios del imperio del que nos independizamos se extendían más o menos hasta acá por lo tanto como en la capital de la colonia echamos al virrey nos pertenecen todas las tierras sobre las cuales las corona ejercía su poder, incluso también el Uruguay (por qué no?)


El argumento Jurídico:


El más nefasto de todos los argumentos y que requiere la mayor de las atenciones.
Una vez que nuestro nacionalista ha renunciado a la posibilidad de darle coherencia a alguno de los argumentos anteriores saca de la manga un vil recurso. No interesa que el haber llegado primero no valga, o que las necesidades "vitales" de un pueblo o nación tampoco sirvan como fundamento, lo importante es que en algún momento de la historia dos líderes políticos mundiales se hayan puesto de acuerdo y hayan firmado un papel revistiendo de carácter sacrosanto todos estos argumentos insostenibles. No estoy negando aqui la importancia de los tratados internacionales para el logro de la paz, sino que estos sirvan como fundamento para ocupar un territorio.

 Analicemos que pasaría si esto se convirtiera en un norma general, en un "derecho" y no en una concesión que hacemos para con nosotros mismos cuando nos conviene. ¿Que pasaría por ejemplo con los pueblos perdedores de la historia, aquellos que por no contar con la fuerza o la compasión necesaria jamás pudieron sentarse en una ronda de negociaciones a firmar un papel? ¿Todos ellos estarían inmediatamente excluidos de la posibilidad de habitar por derecho una tierra?¿Y qué pasa si cuando comenzamos a indagar en la historia de los tratados internacionales nos encontramos con que dos documentos son contradictorios en su resolución? Seguramente en este caso recurríamos nuevamente al argumento histórico, pero una versión absolutamente contradictoria con el que usamos en primer término, esta vez el documento firmado en un período histórico posterior sería el válido.



Probablemente al lector le quede la sensación de que este es un tema irresuelto, pero no sería poca cosa habernos convencido de que muchos de los argumentos que comunmente escuchamos son contradictorios con lo que muchos creemos que debe ser el "derecho internacional". Ninguna norma jurídica que intente garantizar la paz y la hermandad entre los seres humanos puede estar fundada en las intenciones y los intereses de una nación o un pueblo. En la medida en que no se protejan los derechos individuales (entre ellos a la posibilidad de elegir a mis propios gobernantes en la tierra en la que nací) cualquier intento de "diálogo" no será más que un movimiento de la irracionalidad  es decir, la no previsión de las consecuencias de lo que hacemos, hacia el conflicto.























3 comentarios:

  1. Muy interesante tu reflexión! Felicitaciones por el blog! Rafa

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  2. El enfoque de conjunto del post refleja una ideología totalmente cínica. Ojo, no estoy de acuerdo con que retomemos el problema de Malvinas alrededor de la lógica nacionalista, para nada, totalmente en contra. Mi postura puede leerse en una nota que publiqué al respecto de la Guerra de las Malvinas llevada adelante durante la dictadura y que no pone en cuestion el "contexto de justificación" del accionar político sino su "contexto social". http://psilosofia.com/notas-las-malvinas-a-29-anos-de-la-guerra-psicologia-social/

    "A la luz del psicoanálisis podemos interpretar este fenómeno sociohistórico. La creación de una ilusión de unidad ante la exaltación de los valores nacionalistas que se ponen en puja ante una situación bélica no es una estrategia novedosa, fue muy utilizada por grandes gobiernos autoritarios, no necesariamente dictatoriales. El proceso paralelo podría identificarse en diversos momentos históricos con grupos ajenos. Este tipo de exclusión del otro tiende a la creación especulativa de unidad imaginaria, sin embargo es un proceso que se lleva a cabo de forma discursiva sin la necesidad de reflejarse consecuentemente en los hechos. Muchas veces, los gobiernos se valen de este mismo recurso (Los nazis con los judíos, Estados Unidos con el terrorismo, el peronismo con el imperialismo internacional, etc.). A la vez que estrategia en un nivel de manipulación del imaginario social, esta táctica funciona como distracción de otros propósitos que pueden pasar a un plano secundario (imperialismos nacionales, aumento de capitales propios, mantenimiento del statu quo, etc.)"

    Saludos

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  3. Bien. Ahora analiza los argumentos ingleses (y no te olvides de mencionar los crímenes de guerra).

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